Disculpen este nuevo ejercicio de “autobombing“, pero ayer terminaron las olimpiadas, y ya las estoy echando de menos, pese a estar tan poco dotado para el deporte como ejercitante que como espectador.
Así que, como ven, más que de sudor y adrenalina, mi nostalgia olímpica es una nostalgia cromática. En la prensa generalista el fútbol es el deporte omnipresente y ese desagradecido verde del campo de fútbol (ese mismo verde que Alexander Liberman calificaba de “veneno en los kioskos”) impregna todas las fotografías. Sin embargo los deportes olímpicos, tan variados en técnica y color, ofrecen una infinidad de posibilidades visuales que explorar.
La sensación de estar en posesión del propio cuerpo es uno de los elementos fundamentales de la conciencia de uno mismo. Sin embargo, aunque las personas sanas den por sentado que su cuerpo es suyo y que siempre está ahí, muchas enfermedades como la esquizofrenia o el autismo hacen que el individuo pierda esta percepción. En estos pacientes, la sensación de que una parte de su cuerpo no les pertenece suele ir acompañada de un trastorno en la regulación de la temperatura de esa zona.
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