El Rosedal
“... El progreso de la Ciudad, requería, en materia de paseos, un exponente de su cultura y de su buen gusto, y se pensó en la creación de una “roseraie” o jardín de rosas donde pudiesen reunirse las más hermosas y variadas flores de ese género. El inconveniente estribaba en hallar un paraje adecuado, de fácil acceso y que por su característica especial permitiese dar una idea amplia de la importancia e interés de una obra de esa naturaleza. Felizmente, ambos obstáculos fueron salvados con tanto acierto, que bien puede afirmarse que la “roseraie” porteña tiene una ubicación que puede reputarse de inmejorable.
Formada en la segunda sección del Parque, en la fracción de terreno que durante cierto tiempo ocuparon algunos pabellones provinciales de la Exposición Industrial del Centenario, está bordeada al Norte y al Este por el lago, que, a su vez, la separa de la Avenida de los Lagos, y tiene por marco al Sud y al Oeste grandes grupos de árboles cuyo forraje verde obscuro dan a los jardines un realce extraordinario, y al mismo tiempo constituyen una nota vigorosa e imponente.
La “roseraie” tiene una extensión de 34.040 metros superficiales. De composición decorativa moderna, es una creación no solamente ornamental sino también útil e instructiva. Los rosales, que existen en número de 14.650, fueron distribuidos de acuerdo con la armonía ycontraste de los colores, que sobre el fondo verde del césped dan relieve a los tonos.
Las variedades de rosales, que han sido debidamente catalogadas (por orden alfabético y numérico), alcanzan a 1.189. Cada planta tiene su nombre en tubitos de vidrio, encontrándose representadas las últimas novedades desde 1910 hasta la fecha. Pueden observarse hermosos ejemplares de clase especiales. Figuran allí las variedades, Yonkheer J.L. Mock de color rosado claro (premiada en Bagatelle en 1911) , Mad Ed. Herriot, amarillo rosado, pasando a rojo (premio “Daily Mail” de Londres), Earl of Gosford, escarlata obscuro, Killarney y Mad. Jules Gravereaux, rosados pálidos, Little Dorrit, amarillo crema, bordeado de rojo sangre, Verna Mackay y Salmon Richmond, especies muy floríferas, British Queen, que se considera una de las mejores entre las rosas blancas, Marie Adelaide von Luxembourg, flor grande, naranjo-oscuro, Sunburst, Rayon d’or y Soleil d’or, amarillos de diversos matices, Willowmere, pimpollo alargado, flor muy grande, rojo cangrejo, Double Pink Killarney, rosado de matiz pálido, recomendada por la “American Rose Society”, Frau Karl Druschki, llamada también “Reine des Neiges” de color blanco de nieve, premiada en varios concursos, y muchisimas otras cuyas flores forman una policromía tan variada como extensa.
Los trabajos de formación del Jardín de las Rosas fueron comenzados el 5 de Mayo de 1914 y terminados el 22 de noviembre. En el espacio de seis meses y medio se transformó, pues, por completo esa parte, incluyéndose en las obras la demolición del Pabellón de la Provincia de Mendoza, que allí existía.
Para levantar el nivel del suelo y formar los caminos y jardines se emplearon 15.097m3 de tierra común, 974 de tierra negra, 981 de abono y 3.530 de polvo de ladrillo y cascotes. Se plantaron, según va dicho, 14.650 rosales, sin contar los árboles, arbustos, enredaderas y plantas de flores variadas.
Costeando el lago, sobre el frente N.E., se construyó una elegante pérgola, de estilo griego, de 130m. de largo y 526 metros superficiales con piso de mosaicos y escalinatas distribuidas sistemáticamente.
En la parte opuesta se levantó un templete de 16,80 m2, construido en cemento. Sobre el eje de la avenida central de los jardines y en la extremidad Norte, un puente de arquitectura helénica ostenta su característica silueta y permite el acceso a la “Roseraie” desde la Avenida de los Lagos. Dan una nota alegre las flores, los helechos y las plantas decorativas que con especial cuidado han sido distribuidas en este puente, en la pérgola y en las demás obras.
Un embarcadero de madera, dos piletas de material con juegos, dos vasos con pedestal de material ostentando cabezas de leones, cuatro jarrones artísticos, un grupo en mármol, representando “La Primavera” del escultor Drivier, veinticuatro columnas de hierro formando pequeñas pérgolas, cuatro artísticos bancos de mármol, cuatro de madera en forma de glorietas, doscientos catorce bancos de construcción adecuada, y otros mil detalles, complementan estos jardines, dándoles un aspecto de elegancia y de buen tono que irá resaltando a medida que la Naturaleza se manifieste allí en todo su esplendor...”
Yo elegí este lugar porque me encanta pasear por ahí, ya que está el parque y el lago.
Cuando era más chica me llevaban a recorrer la zona y a andar en bote, y para mi fiesta me sacaron las fotos ahí.
En una carta que se transcribe, escrita por William Mac Cann, lo siguiente:
"Rosas en 1847
...Cuando me presenté de visita en su residencia, encontré reunidas, bajos las galerías y en los jardines, a muchas personas de ambos sexos que esperaban despachar sus asuntos. Para todo aquel que deseaba llegar hasta el general Rosas en carácter extraoficial, la hija del Dictador, doña Manuelita, era el intermediario obligado. Los asuntos personales de importancia, como confiscaciones de bienes, destierros y hasta condenas de muerte, se ponían en sus manos como postrer esperanza de los caídos en desgracia. Por su excelente disposición y su influencia benigna, doña Manuelita era para con su padre lo que la emperatriz Josefina fué para Napoleón.
La hija de Rosas, que posee grandes atractivos, dispone de muchos recursos para cautivar a sus visitantes y ganar su confianza.
En una de mis visitas a la casa, como su padre se encontrara ocupado, montó enseguida a caballo, y juntos nos echamos a galopar a través del bosque."
Como recuerdo del paso de Don Juan Manuel de Rosas por el lugar, y no existiendo ya lo que fuera su residencia en el área central de la quinta, donde hoy se cruzan las avenidas Sarmiento y del Libertador, sólo había quedado un árbol, que según recrea la leyenda era llamado en esos tiempos "el Aromo de Manuelita" o "el Aromo del Perdón", a cuya sombra Manuelita Rosas solía requerir de su padre mayor indulgencia para algunos de sus adversarios en desgracia. El sitio donde se hallaba el retoño nacido de ese árbol fue preservado como lugar histórico, y en el año 1974 se dispuso, por medio de una resolución, que se efectuaran mejoras en su entorno, a los efectos de que el mismo quedara debidamente señalizado. En la actualidad sólo ha quedado en el lugar la alberca que lo enmarcaba, ya que ese aromo, lamentablemente, desapareció con el paso del tiempo.
A continuación de los textos se pueden ver las fotografías respectivas que muestran, en primer lugar, el retoño protegido por la alberca y luego la misma, como se ve en la actualidad, completamente vacía.
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